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Ricardo Palma

rieron en la batalla de Junín; el elogio académico de Bolívar, en 1826; el bellísimo artículo crítico titulado El Fusilico, en que puso al Libertador como ropa de pascua, y la tan popular letrilla Sucre, en el año veintiocho, irse á su tierra promete...

¡cómo permitiera Dios que se fuera el veintisicte!

Hasta 1820, juzgándolo por sus escritos, fué Larriva más monarquista y godo que el rey Wamba; y desde 1824 á 1826 más republicano y bolivarista que Bolívar. Después fué, en política, todo lo que Dios quiso permitirle que fuera. Siempre oportunista o partidario del sol que alumbra.

Un día hace frio y otro hace calor...

¡qué tiempo, Dios mío, tan jeringador!

Muy ventajosa idea del risueño poeta tendrá que formarse todo el que lea la parte que llegó á publicar de su poema La Angulada, y sus preciosas fábulas La Araña y El Mono y los Goto Musa verdaderamente traviesa inspiraba al poeta que escribía, como el mismo nos lo dice, en el silencio de la noche, cuando, tosiendo y rebuznando, los hombres y borricos tienen en movimiento los hocicos.

Come periodista no está Larriva á la altura de su mérito como orador. En 1821 publicó varios números del Nuevo Depositario; y en 1825, la Nueva Depositaria, papeluchos que, aunque chistosos, no tuvieron significación política ni social. Ambos fueron hacinamiento de injurias personales contra don Gaspar Rico y Angulo, periodista español de revesado estilo. No