Y LA ULTIMA FRASE DE BOLIVAR La escena pasa en la hacienda San Pedro Alejandrino, y en una tarde de Diciembre del año 1830.
En el espacioso corredor de la casa, y sentado en un sillón de baqueta, veíase á un hombre demacrado á quien una tos cavernosa y tenaz convulsionaba de hora en hora. El médico, un sabio europeo, le propinaba una poción calmante, y dos viejos militares, que silenciosos y tristes paseaban en el salón, acudían solícitos al corredor.
Más que de un enfermo, se trataba ya de un moribundo; pero de un moribundo de inmortal renombre.
Pasado un fuerte acceso, el enfermo se sumergió en profunda meditación, y al cabo de algunos minutos dijo con voz muy débil: —¿Sabe usted, doctor, lo que me atormenta al sentirme ya próximo á la tumba?
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