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Mis últimas tradiciones

i L147 Guayaquil, y el 21, á poco de haber perdido de vista la Puná, fué abordado por el corsario chileno La Fortuna.

El Gran poder de Dios no estuvo á la altura fanfarrónica de su nombre, pues se rindió sin oponer más resistencia que la que opone una pulga á los dedos pulgares.

El Gran poder de Dios fué llevado como buena presa á Coquimbo, y algunos meses después una braveza de mar lo arrojó sobre la playa, probando así una vez más que los nombres altisonantes son, con frecuencia, pura filfa y grandísima mentecatería.