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Ricardo Palma

tano, y los treinta tripulantes eran también andaluces. Hasta el nombre del bergantín, armado con seis cañoncitos, era una pura andaluzada, como que se llamaba... (agáchate, lector, que viene la bala fría)... se llamaba... (déjenme tomar resuello) se llamaba El Gran poder de Dios!!

Lo pasmoso para mí es que la autoridad marítima de España, en esos tiempos de exagerado espíritu religioso, hubiera consentido que se bautizara con tan altisonante nombre á barquichuelo de menguado porte. Había mucho de irrisorio en tal nombre aplicado á tan pobre nave.

Para mí, sólo el arca de Noé podía aspirar á merecer la rimbombancia del nombre; pues en un libro místico he leído que la tal arquita medía setecientos ochenta y un mil trescientos setenta pies castellanos, ni pulgada más ni pulgada menos, y que podía cargar, con buena estiba se entiende, y libre de vuelta de campana, cuarenta y dos mil cuatrocientas trece toneladas. ¡ Valiente mentir el del autor que eso hiciera estampar en letra de molde! Responda él, y no yo, de la exactitud de la mensura., Entre los pasajeros de la embarcación vino un comerciante pacotillero, malagueño por más señas, conductor de una gran caja que encerraba aretes y sortijas, las que, en vez de piedras finas, lucían cristal de Bohemia imitando el rubí, el zafiro y el brillante.

El pacotillero era hombre simpático y de letra muy menuda; y las alhajas, aunque hechizas, no carecían de forma artística. Poquito á poquito, y de casa en casa, fué el mercader colocando la mercancía entre las mujeres del pueblo, en menos de un mes y con una ganancia loca. Hasta las jóvenes de la aristocracia, cuando vestían de trapillo para visitas de vecindad, no desdeñaban lucir aretes de coral falsificado. En una palabra, las alhajas y otras chucherías trafdas por El Gran poder de Dios se pusieron á la moda en Lima.

Con la bodega ya escueta, zarpó el bergantin en Mayo con rumbo á Guayaquil, donde, como cargamento de retorno, debía embarcar competente cantidad de sacos de cacao. Terminada la operación, en la mañana del 20 de Junio dejó la ría de — —i