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Ricardo Palma

mos principios por los que rindiera la existencia el mártir Murillo. Unidos los de Cochabamba á la división argentina que comandaban Castelli y Balcárcel, alcanzaron en Aroma una importante victoria.

El virrey del Perú encomendó entonces al arequipeño don José Manuel de Goyeneche la pacificación del territorio sublevado; y el brigadier de los reales ejércitos, después de derrotar á los patriotas en la recia batalla de Guaqui, se dirigió sobre Cochachamba, donde nuevamente fueron vencidos los insurgentes en la sangrienta acción de Viluma, quedando la ciudad á merced del vencedor, quien no anduvo parco en castigos y estorsiones.

Creyendo Goyeneche aniquilado para siempre en los cochabambinos el espíritu de rebelión, se encaminó con su ejército á Chuquisaca y Potosí, para batir á los guerrilleros argentinos; pero Cochabamba se insurreccionó nuevamente, y después de prisionera y desarmada la guarnición realista, fué aclamado y reconocido en el carácter de gobernador don Mariano Antesana, criollo acaudałado y de gran prestigio en el pueblo por su ilustración y por lo enérgico de su carácter.

Goyeneche se vió forzado á desistir de la campana iniciada sobre los rebeldes del Río de la Plata, y volvió sobre Cochabamba alentando á su ejército con una proclama, en la que decía á sus soldados que los declaraba dueños de vida y hacienda de los insurgentes, recomendándoles sólo que respletasen las iglesias y á los sacerdotes.

Aunque Antesana estaba convencido de la total insuficiencia de elementos bélicos para resistir, con probabilidades de éxito, á las bien disciplinadas y engreídas tropas del brigadier arequipeño, y opinaba por una retirada hasta reunirse con fuerzas argentinas, tuvo que inclinarse ante el entusiasmo del pueblo, decidido á esperar á los españoles en posiciones que estimaban ventajosas á pocas millas de la ciudad. Las mujeres eran las más exaltadas, y excedió de doscientas el número de las que, armadas con fusiles, lanzas ó machetes, se enrolaron entre los combatientes. Y que en el momento decisivo no sirvieron de estorbo, sino que se batieron como leonas, lo comprueban los quince cadáveres de cochabambinas que el 27 de