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Ricardo Palma

El virrey, acompañado de la Real Audiencia, Cabildo y altos empleados, presenciaba el desfile desde la galería de Palacio. El pueblo, en la Plaza Mayor, palmoteaba y vivaba á cada compañía cuando su abanderado saludaba al representante de la corona.

Como el virrey era catalán, acaso por lisonjearlo, fué más estrepitoso el aplauso de la muchedumbre á la compañía catalana y á su capitán, que era nada menos que don Antonio de Amat, sobrino de su excelencia.

Un caballero andaluz que en la galería formaba parte de la comitiva palaciega, dijo á otro andaluz su vecino, no en voz tan baja que no alcanzase á oir sus palabras el virrey: —Para insolencia y p....; Cataluña.

El catalanismo del excelentísimo señor don Manuel de Amat y Juniet se sintió como picado de víbora, y sin volverse hacia el impertinente comentador, contestó: —Para fachenda, holganza y truhanería, Andalucía.