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mis últimas tradiciones

gala, esto es, con capa española que le hacía sudar á chorros por lo recio de la estación veraniega, se repantigaba en uno de lo.; cómodos sillones destinados á los cabildantes.

El predicador, que era un pozo de sabiduría, después de un exordio eá que afirmó, bajo la honrada palabra de fe de no recuerdo qué autores, que las suras del Koran son seis mil seis cientas sesenta y seis, y que las palabras de Cristo Eli, Eli, lamma sabachtani pertenecen á la lengua mava, y no al idioma hebreo, ni al asirlo, ni al sánscrito, ni al caldeo, entró de lleno en el tuétano de la Pasión.

Cada vez que el orador hablaba del huerto de Gethsemaní, las nm-adas del concurso se volvían hacia el cabildante José Maní, que se ponía muy orondo al informarse del importante papel que su huerto desempeñaba en la vida de Cristo. ¡Qué honra para Huacho y para los huachanos!

Eso de que el predicador llamase al huerto Gethsemaní, y no Josemaní, lo atribuyeron los huachanos á lapsus linguæ muy disculpable en un fraile forastero. En toda pila falta alguna vez el agua, y hasta los académicos somos propensos á pro nunciar disparatadamente, no diré si por distracción ó por ig norancia. Siquiera cuando, en letra de molde, aparece hilación (con h) en vez de ilación, ó balija del correo, en lugar de valija, tenemos el socorrido recurso de echarle la culpa al cajista, especie de cordero pascual que carga con muchos pecados de los literatos.

Pero cuando el dominico dijo que fué en el huerto de Geíhsemaní donde los sayones judios se apoderaron de la per sona del Maestro, los ojos todos se volvieron á mirar al ensi mismado huachano, como reconviniéndolo por su cobardia y vileza en haber consentido que, en su casa, en terreno de su propiedad, se cometiese tamaña felonía con un huésped. ¡Y qué huésped. Dios de Israel!

Hasta el alcalde del Cabildo no pudo dominar su indigna ción, y volviéndose hacia José Maní le dijo en voz baja:

—Defiéndase, compañero, si no quiere que, cuando salga mos, lo mate el pueblo á pedradas.

Entonces José Maní, poniéndose en pie, interrumpió al pre dicador, diciendo: