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Mis últimas tradiciones

¡VIVA EL PUF!!!

Arreglando manuscritos dispersos, en la Biblioteca Nacional, dime con un proceso así intitulado: ~Autos criminales, SCguidos de oficio, contra los que quitaban á las mujeres el postizo que cargan á la cintura.—Año de 1783.—Lima.—Real Sala del Crimen.

El título era tentador para mí. Echéme á leer el proceso y, después de leído, resolvíme á presentarlo en extracto, á mis lectores, á riesgo de que digan que traigo sin tornillo el reloj de la cabeza, pues ocupo mis horas de descanso en sacar á plaza antiguallas.

Fué el caso que el ilustrísimo señor don José Domingo Gouzález de la Reguera, arzobispo de Lima, escandalizado con la exageración de los guarda—infantes ó faldellines, fomentos ó tafanarios, como entonces se decía, ó sea crinolinas, embuchados, polisones, categorías, colchoncitos y puffs, como hoy decimos, con que las mujeres daban al prójimo gato por liebre, fabricándose formas que no eran, por cierto, las verdaderas, promulgó edicto eclesiástico prohibiendo los postizos.

No aparece el edicto en el proceso, y por eso no puedo asegurar si había ó no pena de excomunión para las hijas de Eva que se obstinasen en seguir abultando el hemisferio occidental, dando con ello motivo de pecadero á nosotros los pobrecitos nietos de Adán.

Extractemos ahora.

Don Valerio Gassols, capitán de la guardia de su excelencia el Virrey don Agustín de Jáuregui, se presentó el 10 de Noviembre de 1783 ante el Alcalde del Crimen, dando cuenta de haber metido en chirona á más de cuarenta muchachos que andaban, en la mañana de ese día, por las calles prin-