Estas masas de piedra no sólo son interesantes por su relación con la mitología mexicana, pero son hermosas muestras de arte Azteca. La talla con que están cubiertos se ejecuta con una pulcritud y gentileza que las haría, como simples adornos, digno del cincel de un escultor antiguo.
La actual ciudad de Cholula es apenas más que un pueblo y parece decaer gradualmente aún más. En la conquista fue una ciudad de gran esplendor, como notamos por relatos de Cortez, quien, en sus cartas de relación al emperador habla de esta manera:
"Esta ciudad de Churultecal* está situada en una llanura y contiene veinte mil casas dentro del cuerpo de la ciudad y otros tantos en el suburbio. Su gente está bien vestida y sus campos vecinos son extremadamente fértiles; y certifico a su majestad, que, desde uno de los templos he contado más de cuatrocientas Torres, y son todas torres de templos."
Tal era Cholula cuando cayó bajo la influencia española y parece que no hay razón para dudar, que, la "ciudad sagrada" como se tenía por los indios de la época, el relato de Cortez fue de hecho correcto. Pero el templo año tras año se desmorona, cada vez más, decae; sus contornos son cada vez más borrosos; y de la raza que adoraba sobre esa pirámide, ahora solo quedan unos indios serviles que hasta los campos adyacentes y las mujeres que acuden a la Plaza del mercado con sus frutas y flores. Yo quería algunas reliquias del lugar, y comisioné a un tipo que se miraba orgulloso, que pudo haber sido hasta donde sé, un bisnieto de algunos de los señores de Cholula, a buscarme algunas antigüedades; él me trajo, después de la búsqueda de una hora entre las ruinas una cantidad de cerámica, fragmentos de vasijas y cabezas de animales y un ídolo esculpido en mármol blanco. Estos son mis recuerdos de Cholula.