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APÉNDICE.


No. 3.

Desde que este volumen fue a impresión, he sido favorecido con la siguiente carta muy instructiva de Horacio Hale, Esq., el estudiado filólogo que acompañó la Expedición de Exploración, bajo el mando del capitán Wilkes.

Es agradable, al ir hacia atrás a través del laberinto de tiempo, tener de vez en cuando, algunos hilos enmarañados de la pista perdida en nuestras manos; y no tengo ninguna duda de que, cuando el resultado de este eminente trabajo erudito se ponga ante el público, obtendrá una reputación acorde con su genio e industria.

"Filadelfia, Octubre, 1843.

"Mi estimado Señor:

"Me da placer saber, que todavía están ocupados con su trabajo en México, que ha sido durante mucho tiempo espera con gran interés. Hay pocos países, hasta donde puedo juzgar, que contienen más de lo que es digno de ser descrito; y aun menos, de que se conoce tan poco con precisión.

"En relación con las consultas en su carta, estoy feliz de encontrar que hemos llegado, por caminos diferentes, a la misma conclusión, con respecto al origen de las tribus mexicanas y la dirección en que produjo su migración. Los resultados de tales investigaciones como he sido capaz de hacer de las lenguas de la costa occidental de América, aunque no de naturaleza positiva, me parecen firmemente a favor de las opiniones que usted parece tener, del progreso de las tribus emigrantes desde su probable lugar de cruce en el estrecho de Bering, a lo largo de la costa— o más bien, entre la costa y las montañas Rocosas—a la meseta mexicana.

"Muy poco después iniciar mis investigaciones en Oregón, fui impactado por dos hechos de considerable importancia. Primero; que la cantidad de diferentes familias de idiomas o razas independientes, era mayor de lo que se encontró en un espacio tan pequeño, en cualquier parte del mundo conocido; y, Segundo; que, en varios casos, las diferentes tribus o subdivisiones de una familia, se dispersaron a grandes distancias entre sí y rodeados de varias tribus que hablan idiomas distintos. Observé, que estas bandas dispersas generalmente se establecieron en una línea de norte a sur. Parecía, por lo tanto, una suposición razonable, que si las numerosas hordas que han, en diferentes períodos, andado en las llanuras mexicanas, procedieron en esta dirección, pueden haber dejado a lo largo de su camino, de vez en cuando, grupos separados, que, por algún motivo de descontento, se habrían separado del cuerpo principal y les habrían permitido continuar sin ellos. Esto explicaría tanto el número de pequeñas tribus que hablan idiomas distintos como la forma en que los que hablan el mismo idioma, están dispersos a través de la región.

"Como un ejemplo, puedo mencionar la familia Athabasca o raza, que ocupa la parte norte de nuestro continente, junto a los esquimales, y que se ha encontrado en la costa noroeste, dentro de un centenar de millas del estrecho de Bering. Los indios Carrier, que viven al norte del territorio de Oregón, a aproximadamente 55° de latitud, pertenecen a esta familia. Quinientas millas al sur de estos, no muy lejos al norte de la Columbia, encontré una pequeña tribu cuyo idioma mostró que tenía el mismo origen con los Carrier. Todavía más lejos al sur, en la otra orilla del Columbia y separados de la última mencionada, por la tribu Chinook, era