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A JALAPA.

nar, además de una mesa, una docena de sillas, cuchillos, platos y tenedores, algunas cadenas de cebollas Weathersfield y flexibilidad de extremidades y semblante los miles de encogidas de hombros, disculpas, cumplidos, patrañas y muecas necesarias para hacer un posadero de éxito en un país español.

En Plan de nuestra guardia nos dejó—ya que las instrucciones del teniente no iban más lejos. Nuestro anfitrión de la cara flexible y cocina productiva, insistió en que no había mucho peligro, además de que no había tropas en la estación; así se inclinó en la puerta de la diligencia y declarado por la 50a vez que estaba encantado de vernos, y esperaba que no dejáramos de visitarlo nuevamente si volvíamos y nos aseguró que ¡sólo mantenía unas selectas botellas de su claret para tales "caballeros" como nosotros!

Con vino agrio, espíritu agrio e imposición, dudo mucho si hubo alguna vez unos pasajeros tan enojados en cualquier carretera. Estábamos efectivamente de mal humor, y confiábamos en nuestras armas con la plena disposición de defendernos noblemente. Hubiera estado muy mal que alguien se hubiera aventurado a atacarnos durante la primera hora de viaje. Además de esto, nuestro camino, tan pronto dejó el río, ascendió rápidamente y pasó sobre un camino que en cualquier otro país se llamaría el lecho de un arroyo, con superficie tan áspera y dentada.

Aunque es deber del Gobierno mantener esta carretera en orden, sin embargo el jefe viaja a caballo, y la parte principal de la mercancía se transporta en mulas, nadie se preocupa cómo pasan estos animales. Pisada firme y lenta, pacientemente caminan entre los alquileres y las rocas, y sus conductores están muy bien acostumbrados a los inconvenientes como para quejarse. Además de esto, en caso de insurrecciones, es mejor que los caminos estén en malas condiciones, ya que impide fácil comunicación entre las diversas partes de México, y las piedras desarticuladas servirán para formar, como lo han hecho a menudo, parapetos y fuertes de los insurgentes.

Pero sobre esta masa de ruina nos vimos obligados a brincar en el ascenso de la montaña, durante toda la tarde, encontrándonos en el camino con cincuenta vagones cargados con maquinaria pesada para fábricas cerca de México.

No debo olvidar mencionar un punto redentor en la noche triste.

Recordando cuando estábamos cerca de la cumbre de la montaña, tuve un vistazo de las llanuras y colinas sobre las que estuvimos caminando todos el día. La vista era ininterrumpida. Ante nosotros había valle tras valle, en una larga barrida descendente de bosques y praderas, hasta perderse en las arenas de oriente y todo se mezclaba, cerca del horizonte, con las olas azules del Golfo de México. Sólo entonces el sol salió en la región de las nubes a que nos acercábamos rápidamente en nuestro ascenso y dorando, por un momento, todos los valles bajos, podría casi desear ver el brillo de las crestas de olas rompiendo en la orilla distante y estéril.

En la aldea de la montaña no pudimos conseguir guardias. Se dice que es un paso muy peligroso; pero el comandante nos dijo que había estado estacionado aquí durante dos semanas, durante el cual revisó las montañas en todas direcciones y cree que su distrito esta libre de ladrones.