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CARÁCTER MEXICANO.

de la masa de una sociedad, en la cual fui enseñado a creer que me deben considerar como aboslutamente antipatico y un extranjero herético.

Hay, por supuesto, en México como en todos los países, especímenes de egoísmo, altanería, mal educados, morales sueltas, tanto entre hombres como mujeres; pero, aunque encontramos estas burbujas flotando sobre la sociedad, no deben, por tanto, considerarse características del país. Debe separar de la multitud los pocos que a veces dirigen y controlan las masas que no desea entrar en contacto o conflicto con ellos

Una nación en que las "revoluciones y contra revoluciones son eventos que ocurren casi a diario, es, naturalmente, prolíficas en aventureros políticos desesperados y astutos," y una estrategia de disimulo puede, al tiempo, formar el elemento principal del carácter de tales personas,—sin embargo, es de esperar, que no debe ser la suerte corruptora de México.

La idea de que grandes espectáculos sociales requieren gran magnificencia y gastos fastuosos, priva a los mexicanos, en sus ciudades, de muchas de esas reuniones agradables que llenan tan gratamente nuestras noches de invierno y las noches de otoño; pero es en sus haciendas o fincas, donde su hospitalidad es más distinguida. Como tuve ocasión de comentar en el relato de mi viaje a la tierra caliente, nada se le niega;—sus establecimientos se colocan en total control del huésped, y la bienvenida es tan sincera como es cordial y alegre.

Que son valientes, nadie lo dudará al leer la historia de la guerra de independencia; aunque la mala disciplina (especialmente de sus oficiales), ha impedido la exposición muy eminente de esta calidad en sus batallas con extranjeros. De hecho, como se les considere, se encontrará que poseen los elementos de un buen pueblo que quiere solo la paz y el estímulo de emulación extranjera, para llevarlos adelante entre las naciones de la tierra con gran distinción.

Sin embargo, su posición geográfica, es muy desfavorable para este estímulo emulativo. Están entre montañas, en un istmo que conecta dos grandes continentes, mientras que su territorio es bañado por dos mares. Están cortados por un gran cinturón de país salvaje de nosotros en el norte, y la comunicación con Europa es tanto lejana como incierta. Tiene una población pequeña, repartidas en un territorio inmenso y requiere, por lo tanto, tanto la comparación constante del intelecto de otras naciones y compactación social o agregación entre sí. Puedo (por experiencia personal), afirmar que tan desagradable es este deseo de relaciones con el resto del mundo. Hay inteligencia de los Estados Unidos, tal vez, una vez al mes y unas cuantas veces desde Europa. La información traída por estas llegadas, pasa principalmente a las manos de los comerciantes,—y después un tiempo, poco a poco se traduce en fragmentos de algunos de los escasos periódicos, que proveen, meses después, a un refacciamento de las historias o mejoras que ya se han olvidado. En este sentido, la lengua de nuestra comunidad con Gran Bretaña es