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TROPAS DE LINEA.

espuelas con ruedas de dos pulgadas; sombrero de ala ancha y látigo sonoro, lidera una de las bestias; y todo el aparato se mueve con un ritmo lento torpe, que se asemeja en apariencia y movimiento a nada que puedo recordar, pero una de esas casas de madera anticuadas, que, hace mucho tiempo, estamos acostumbrados a ver eliminado de calle a calle, hasta que desaparecieron en los suburbios.

Incluso el montar a caballo de los mexicanos todavía no se libera de la madera antigua y trampas con que sus antepasados los cubrían. En la página 163, hay una imagen de un jinete mexicano y observar que los muslos del animal están cubiertos con una especie de hemisferio de cuero terminado por una franja de hierro, que suena con cada movimiento. Esta pesada piel fue diseñada originalmente, en la época de la conquista, como una armadura para la protección del caballo contra flechas de los indios, mientras que la protección continuaba al frente de la bestia por un delantal similar que protegía su cuello y garganta. Pero ahora, aunque no hay más asaltantes de los pacíficos jinetes, aun se puede ver esta grosera cubierta en los animales más finos; y la disculpa por su uso, es que pegando continuamente en cierta parte de sus patas traseras con la franja inferior de hierro, el caballo es forzado a trote corto, rápido, que se celebra como el mayor bien de comodidad en la silla en México. Confieso, que no vi a ninguna belleza en el paso remilgoso que se toma, especialmente porque el animal más célebre por ello en México avanza apenas una docena de yardas por minuto, mientras que por la cantidad de ejercicio que parecería estar haciendo y el incesante golpeteo de sus patas y roces de sus piezas, un observador sería inducido a creer que avanzaba a un ritmo furioso. Es uno de esos lujos caprichosos que toman los hombres, cuando agotan la ronda de gustos simples y naturales.

He olvidado decir algo hasta ahora de los desfiles de tropas, por lo que esta Capital es en cierto grado famosa. Como profeso no tener ningún conocimiento militar, no debe esperar un relato muy crítico de su apariencia o maniobras; pero rara vez he visto regimientos de mejor apariencia en Europa que la XIava infantería, bajo el mando de Lombardini. El uniforme es blanco, como el austriaco y se mantiene en excelente orden. Las armas están limpias y brillantes, y los oficiales de división parecen estar bien entrenados y haber impartido su formación a los hombres. El 13 de junio de 1842, cerca de ocho mil de estas tropas se reunieron, para ser revisadas por el General Santa Anna, en los campos del sur de la ciudad. En línea tenían un comportamiento muy marcial, y hasta donde pude juzgar por su habilidad, el simulacro de lucha que ocurrió después fue ejecutado admirablemente. Jinetes excelentes y atrevidos, como son todos los mexicanos, nunca deben tener una decidida ventaja en su caballería; y, aunque no presentan tan espléndida apariencia en equipos como algunos de los otros regimientos, no tengo ninguna duda que constituye el brazo más eficaz del servicio mexicano.

De hecho, casi todos los extranjeros e incluso tejanos, con quien he hablado en lo que respecta a