En la primera figura, se observa plumas cayendo de la cresta y espalda, similar a aquellos en las esculturas de Xochicalco y Palenque; y en el segundo, se percibe que están dispuestas en un círculo de rayos, a fin de ser visto de frente, como en la estatua de Oaxaca. Otra cosa es interesante en estas figuras de nuestros indios del Norte. Sobre la capa del primer indio hay una mano abierta. También esta ha sido objeto de gran especulación por escritores recientes. El Sr. Stephens la encontró constantemente en los templos que exploró. Está en varios lugares a los lados de la "piedra de gladiadores", en la página 124 de estas cartas; y el Sr. Schoolcraft (sin duda el mejor informado de nuestros estudiosos de indios,) la considera como emblemático de fuerza, coraje y poder.
La figura en la colección del Conde del Peñasco, es una deidad conectada con las nociones Indias de frutos o abundancia. Las mazorcas de maíz en el penacho indican esta idea, mientras que el conjunto, quizás, puede ser un ídolo de Centeotl, la "diosa de la tierra y el grano" o (como se le decía en más confianza,) "ella quien nos apoya".
Apenas había terminado de dibujar los ídolos representados en las placas anteriores, cuando fui a la ventana por el ruido de la multitud abajo, reunidos en torno a un hombre acostado sobre su espalda. Supuse que era una de las innumerables peleas callejeras o disputas que diariamente molestan a esta Capital y me iba a retirar, cuando el tipo repentinamente levantó sus piernas—se balanceó sobre sus hombros—y aventando un poste horizontalmente, lo atrapa con sus pies.
Esto, también, era un remanente de la antigüedad, y habiéndolo dibujado al expositor junto a un ídolo, no creo que esté fuera de lugar en esta carta.
Los antiguos mexicanos tenían una variedad de deportes similares;—tales como balanceándose en los hombros de otro; en bastones; y sobre ruedas girando en el aire; pero este ejercicio, con el palo o viga, era quizás el más