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VIATICUM Y RITOS FUNERARIOS.


En la llanura que había sido el escenario de este conjuro maravilloso y resultado milagroso, los descendientes de la raza consagraron dos templos al sol y la Luna, y las pirámides que acabo de describir fueron, sin duda, las bases de sus santuarios y altares.*

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Era tarde cuando volteamos las cabezas de nuestros caballos hacia casa de las pirámides. En la base de la Luna, encontré a varios indios viejos que me trajeron una serie de cuchillos de obsidiana de sacrificios y pequeñas cabezas de una arcilla finamente templada, de los cuales las figuras opuestas son especímenes. Estas evidentemente nunca estuvieron en sus cuerpos y sus fines son totalmente desconocidos por los anticuarios mexicanos, aunque hasta ahora han sido descubiertas en grandes cantidades a los pies de estos Teocallis.

Cuando estábamos saliendo, una anciana sacó de debajo de su falda una singular caja de mármol jaspeado, dividido en cuatro compartimentos y cubierto en su exterior con talla muy elaborada. Las cifras parecían ser españoles y, en un lugar, había un símbolo parecido a la cruz. Dijo que había sido excavada en un antiguo campo por su marido, cuando plantaba cultivos el año pasado. Habiéndola comprado por un dólar, inmediatamente la puse en los pliegues de un sarape atrás de mi, con el título sonoro de "¡tintero de Moctezuma!"

Cabalgamos alegremente a casa y llegamos a Texcoco con una brillante luz de Luna, encontrando tropas de indios regresando de su juego del domingo en la ciudad. Al pasar por los numerosos campos de maíz con que limita al lado de la carretera, escuchamos el fuerte sonido del látigo de milperos, que sentado sobre su alta percha en medio de los acres, lo agitaba, durante toda la noche, aterrorizando, las parvadas aves negras ladronas que infestan la zona cuando el grano madura.

VIATICUM Y RITOS FUNERARIOS.

10 de octubre —lunes, un día inactivo, como Tio Ignacio, (como es llamado familiarmente,) no pudo acompañarnos a Tezcosingo. Anoche una joven murió en la casa junto a nosotros, y su cuerpo está expuesto hoy sobre un ataud, rodeada de flores y velas, en la entrada de la vivienda, para que pueda verse por los que pasan.

Acercarse a la muerte y los servicios funerarios, son cuestiones de gran pompa en México en casi todas las clases—y, especialmente, con los ricos.

.* Vide McCulloh, 229, 230, 231.