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CARTA XXI.


ASESINATO DEL CÓNSUL SUIZO EN SAN COSME. TACUBA. FESTIVAL DE LA
VIRGEN DE LOS REMEDIOS

Regresemos en esta carta del pasado hasta el presente. El 28 de agosto fue el festival de la Virgen de los Remedios, y acompañado por algunos amigos, fui a una aldea India del mismo nombre a nueve millas de la ciudad, tras la primera subida de las montañas del oeste de la llanura del Valle. Al pasar por el suburbio de San Cosme, (donde muchos de las más agradables residencias en México están situadas, rodeado de jardines y de buen gusto y fuentes suministradas por el acueducto adyacente,) nos señalaron la casa de M. Mairet, el cónsul de Suiza.

Este caballero era una persona de fortuna y vivía en San Cosme en un pequeño apartamento de soltero de buen gusto, donde, de acuerdo a la costumbre de este país sin bancos, normalmente guardaba su dinero. La mayoría de las viviendas en este barrio son fuertemente construidas y las ventanas generalmente están protegidas por barras de hierro, por lo que sería difícil para los ladrones efectuar una entrada, sobre todo porque los ocupantes suelen mantener un par de perros fuertes y feroces en el patio y en la azotea.

Un día, sin embargo, una carreta llegó a la puerta al mediodía, y un hombre, vestido con el hábito de un sacerdote con amplio sombrero de pala, descendió acompañado por otros dos, y dijo al sirviente que lo dejó entrar que tenían mucho interés en adquirir del Sr. Mairet una piel de pergamino, en cuyo artículo, creo, principalmente comerciaba. Tan pronto como entraron, cerraron la puerta, tomaron al sirviente le amarraron a un pilar y le amordazaron. Procedieron entonces a la casa, donde encontraron a Mairet solo. Le atacaron con cuchillos, lo cortaron e hirieron gravemente y le obligaron a revelar el lugar donde ocultaba su dinero. Habiendo obtenido posesión de él, tomaron de la casa todo lo de valor, huyeron. El pobre Mairet murió de sus heridas; y los ladrones (excepto uno que fue descubierto, juzgado y ejecutado,) escaparon con diez mil dólares.

Se trata solo de una instancia de los crímenes que aún están a menudo cometidos en toda la República.

En el año 1824, durante la época de mayor fanatismo anticuado en México, se produjo un asesinato del carácter más atroz.