Es bien conocido por todos los que han leído la historia de México, que en la época de la conquista por Cortez, esta isla era un lugar sagrado para la sepultura y sacrificio.
Debido a la inercia del Gobierno mexicano, ninguna exploración exhaustiva se ha realizado todavía, pero se ha dejado a los emprendedores comandantes de buques y especialmente a buques de guerra, que, aprovechando que se detienen anclados protegidos por la isla, han rebuscado en las arenas en busca de restos de indios, que han llevado a otras tierras y así se pierden a México para siempre.
En 1841, Monsieur Dumanoir, quien comandaba la corbeta francesa Ceres, se comprometió a explorar la isla. En el centro de ella descubrió sepulcros, los huesos que estaban en preservación admirable; jarrones de arcilla, adornado con pinturas y grabados; armas, ídolos, collares, pulseras, dientes de perros y tigres y una variedad de diseños arquitectónicos. En un lugar encontró con un jarrón de mármol blanco; y en el Museo en México se conserva otro, también encontrado en Sacrificios, de los cuales lo siguiente es la forma clásica y el adorno:
Doy la forma de otro jarrón encontrado en esta isla, que, aunque ni hermoso ni clásico como el representado arriba, es notable por la peculiaridad de su contorno.