mucho los americanos. Había pasado algún tiempo en cautiverio entre ellos, habiendo sido hecho prisionero en San Jacinto y había aprendido a conocerlos como son. Tienen buenas intenciones, dijo y son emprendedores y aprecian las Artes de vida; y puedes depender de lo que dicen. La mayoría de sus compatriotas, dijo, muy sensatamente, no entienden esto, son desconfiados y celosos. De hecho, su idea del carácter estadounidense, en gran medida se deriva de libros extranjeros en los que se hace convención y caricaturiza de una manera no amigable. Existen evidencias de esto en todo. El estadounidense, tocado en los periódicos y la literatura actual, es el "Yanki" de Dickens y sus seguidores menos inteligentes en el continente. Él es una persona sórdida, exclusivamente envuelta en "dólares" y poco sabe de la naturaleza caballeresca de quienes lo desaprueban prepotentemente.
No hay nada muy belicoso acerca de Chapultepec actualmente. Al acercarse se tiene una vista de un edificio ligero, oblongo con columnas, con un mirador encima, que hoy es parte de un observatorio del gobierno. La colina no es precitadamente alta, aunque tiene una buena elevación. Hay un monumento a sus pies a la memoria de los estudiantes del colegio militar que cayeron defendiéndolo en 1847, y en sus terrenos con cipreses llenos de musgo, y un tanque de agua limpia. Encontré la parte principal del edificio cuando llegué a una terraza superior, en muy mal estado. Las columnas de hierro ligeras de una galería han sido pintadas coquetamente y doradas, y sus paredes decoradas al estilo de Pompeya, bajo Maximiliano, pero todo se ha dañado por las revoluciones. Había un pequeño jardín, en el que pequeño guiame cortó una flores. Él contestó "¿Quien sabe?" en su acento infantil, a la mayoría de las preguntas, tal y como su padre, el custodio, si hubiera estado ahí, habría