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ANTIGUO MÉXICO Y SUS PROVINCIAS PERDIDAS.

Uno de las más encantadoras de todas las mansiones que vi se encontraba casi enfrente de nuestro hotel, todo el frente tenía azulejos de china, principalmente en azul y blanco y con balcones de bronce viejo, tan delicada y pintoresca como una vivienda en tierra de hadas. Visité también el interior de esta casa y encontré a dentro los mismos azulejos simples, de apariencia mora, en paredes de escaleras, techos y la chimenea alta, u horno, en la cocina. Un mayordomo afable ocupaba su ocio en pintar, en una gran biblioteca en la planta baja. Justo estaba dedicado a copiar y ampliar, muy mal, la fotografía de una dama, sobre la que puso su pincel para crítica. Había una alfombra marrón en el centro de una gran escalera, y el mismo color uniforme prevaleció en todas las alfombras. Las habitaciones eran grandes y altas, las principales con vista a la calle y, por medio de puertas de vidrio livianas y cortinas de encaje, en los balcones alrededor de los patios. Estos balcones son como práctica general bordeados por enredaderas trepadoras y filas de plantas hermosas. En uno de los patios de atrás se podían ver y oír las carrozas de caballos para transporte familiar, junto con otros de silla, puestos en el establo según eluso bajo un techo común.

Había un gran salón, con divanes y espejos antiguos, inclinados hacia adelante de las paredes, en lugar de vidrios de muelle; y un pequeño tocador, con muebles totalmente en madera y caña dorada. Había una bonita capilla familiar, con dos adoratorios para el señor y la señora y un par de bancas para uso de los sirvientes. En las habitaciones de estas casas hay generalmente fotos religiosas, copias de Murillo y similares; y hay también se encuentran efigies pintorescas de cosas sagradas, como una representación de la Natividad; un Cristo, con manto púrpura y corona de espinas; Una Virgen de tamaño natural, en ropajes de tejido de plata,