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LA CAPITAL.

se ha hecho con el Río de Chicago últimamente. Un gran drenaje español a principios del siglo XVII, el Tajo of Nochistongo, cortado a través de las montañas, y se deshizo de ellos en dirección al Atlántico.

Pero Texcoco mismo no tiene salida y, como ha demostrado la experiencia, aun con sólo Chalco y Xochimilco para atender, todavía es susceptible de desbordamiento. Con alivio de este peligro está inseparablemente vinculado el problema del drenaje. La caída es tan leve, que aunque el lago de Texcoco se conserva en un nivel normal y se impide que descargue en las alcantarillas, no hay ningún destino para las aguas residuales recibidas por él, que se convierte en agua estancada. Con el resto es complicado también la irrigación del Valle. Sin fin de planes se han ofrecido para resolver estas dificultades. Su historia tendría un capítulo interesante por sí mismo. Algunos han propuesto bombear el lago por vapor; otros, interceptar las aguas que fluyen hacia él y permitirle secarse naturalmente; otros, vaciarlo por medio de un gran sifón de piedra y cemento. Pero el juicio de la mayoría está a favor de establecer una corriente, a través de un canal, a algún punto inferior del lago; y en las montañas en los barrios sea buscado el punto más favorable para la salida de tal canal.

El plan fue adoptado oficialmente, de hecho, y un inicio considerable realizado, bajo la dirección de un ingeniero capaz de educación extranjera, Don Francisco Garay.

Pero se les permitió a languidecer las obras. Ni Gobierno ni comunidad parecieron muy decididos al esfuerzo para librarse de los males que por tanto tiempo han tenido. El problema sigue siendo uno de los más acuciantes de resolverse y uno de los más interesantes para los extranjeros con la intención de hacer de México su hogar.