es totalmente, de fecha moderna, el trabajo de Maximiliano, un monarca que, en su desafortunado corto reinado, tenía muchos proyectos excelentes.
El Zócalo ocasionalmente puede ser cerrado, y se cobra una tarifa de admisión, para festividades seleccionadas. Hubo discursos, por ejemplo, en el festival nacional del 5 de mayo. Cuando llegué por primera vez un espectáculo de flores estaba en progreso. Nunca he visto nada con más encanto de este tipo. Nuestros floristas podrían obtener muchas nuevas ideas para el arreglo de Ramos. Se usaron fresas en algunos para efectos de color. Pequeñas serpentinas con lemas galantes flotaban de otros. Había linternas y aves en jaulas. Una banda militar tocaba, y personas paseaban—dandis con sombreros con plata trenzada, robustas matronas y padres de familias y señoritas delgadas, graciosas, luciendo la grácil mantilla en lugar del gorro parisién.
En frente del Zócalo cada mañana hay un mercado permanente de flores, el cual es agradable.
Tranvías salen de la plaza en numerosas direcciones. La ciudad utilizó este invento desde un principio y se jacta de tener uno de los más completos sistemas existentes. Las inscripciones de ellos tienen un aspecto atractivo. Uno quisiera aprovechar a la vez las diferentes rutas. ¡Paciencia! se logra con tiempo. Podemos ir a Guadalupe Hidalgo, con sus tesoros y su Virgen milagrosa; a Tacubaya y San Angel, con sus villas; Dolores, con su cementerio pensativo, lleno de esculturas; La Viga, con su pintoresco canal, dando acceso a la chinampas de flores y hortalizas; las puertas de Belem y Niño Perdido, conocido en la historia de la conquista americana; ¿Chapultepec? Sí, será el primer— Chapultepec, teatro de hazañas de valor estadounidense y de eventos delicados en cada época histórica.