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REVIVIENDO LA CORRIDA DE TOROS.

ruedo y llevárselo con ellos. No he dicho nada aún de los accidentes de los actores humanos, pero hay muchos y graves. "El Artillero" rompe su fémur izquierdo y el picador Pérez está gravemente herido internamente; el banderillero Ramón López fue atrapado en la barrera y cornado a través de la parte gruesa del muslo; otro es ciego de un ojo, y otro permanentemente invalido para su profesión por daños a un brazo. El público mira esta muestra de coraje —que es la característica compensatoria del espectáculo— con mucho la misma imparcialidad como la mujer del oeste en la historia que, encontrando a su esposo luchando con un oso espeluznante, gritó, "¡Entra, al bar, entra, viejo!" Ellos no, por supuesto, desearan al torero ningún daño fatal; pero si ha de suceder estarán muy contentos de estar allí y verlo. A veces hay una celosa rivalidad entre dos toreros, bajo la mirada del público, que les lleva a todo tipo de más acciones temerarias.

A veces se dan corridas filantrópicas en beneficio de esos heridos; y en el curso de estos, es muy probable que, se hagan muchos más. Se dan a beneficio de chicas-puros sin empleo por huelgas y en el día de la independencia —el 16 de septiembre— se dan corridas gratis en todas las plazas como una medida de júbilo patriótico.

A medida que la diversión se hizo común, la crítica estándar se elevó naturalmente. No menos de tres periódicos y no sé que otros, ahora están dedicados a ello en la ciudad de México. La Muleta, La Banderilla, y El Arte de la Lidia aparecen semanalmente, conteniendo profundas disertaciones y vigorosos diatribas sobre su especialidad, junto con noticias, resúmenes y correspondencia de todas partes, acompañado de grandes dibujos coloreados. El tono de su comentario lleva