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REVIVIENDO LA CORRIDA DE TOROS.

desde la primera se distinguió entre sus compañeros por su habilidad y valor.

Al pasar el tiempo fue llevado de regreso a la oficina del Ministro del Interior en Madrid. Su pasión fue tan plenamente confirmada que rogó y obtuvo permiso para estar ausente de su escritorio los lunes, alegando asuntos personales muy importantes. ¡Cuál fue la sorpresa de la Oficina cuando supieron que el asunto privado era nada menos que tomar parte, como actor principal, en las novilladas regulares! El Ministro rápidamente le notificó que debía ser un empleado de la oficina o un torero, pero que no podía ser ambos. Mazzantini igualmente de rápido entregó su renuncia, diciendo que todas sus inclinaciones lo llamaban a la arena. Hemos visto que esta renuncia o martirio fue más noblemente recompensada que si hubiera sido por una causa superior. En un solo beneficio en la Habana ha ganado tanto como veinte mil dólares, además de magníficos regalos. Recibe coronas y medallas de oro, lo llevan en hombros, es objeto de grandes ovaciones al llegar y salir del puerto, y sentidos sonetos se escriben para el por nuevos poetas y aun por poetas hechos.

"¡O gladiador espléndido!" exclama el último de los que he leído sobre este tema —"¡Oh hijo de España! ¡Tú que, encerrado en la estrecha arena, 'entre los toros, ejecutas heroica hazaña tras heroica hazaña! ¡Bardo rústico de las montañas, Yo simplemente una de las cien mil gargantas que con voz quebrada aclaman tu llegada desde costas extranjeras. Discípulo tú de Montes y Delgado, digno par de Cúchares y Frascuelo, tú das a tu arte una brillantez inusitada. Ruego al cielo que no encuentres en nuestro suelo el trágico final de Pepe-Hillo! "

Ahora, Pepe Hillo —pero como no sé más de lo que proporciona el contexto, dejemos a Pepe Hillo. Deseo hacer una pausa