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REVIVIENDO LA CORRIDA DE TOROS.

nombre en el período sin precedentes de diez años— sólo una especie natural de salida para la sed de sangre que hasta ahora se a ventilado en la guerra?

No tengo ningún deseo de criticar a un pueblo que posee muchas cualidades encantadoras y adorables; sino que los estadounidenses sin duda deben buscar algo esencial faltante en quienes puede sentarse y tener un placer inexcusable al mirar los sufrimientos de cualquier criatura. Lo relacionaan con fusilar prisioneros y muchos como crueldades que se han escuchado en las revoluciones, y algunos dirán, encogiendo los hombros,

"Seguramente no es más de lo que podríamos haber esperado".

Ahora hay no menos de cinco plazas de toros florecientes en la metrópoli —una de ellos, se puede agregar, propiedad de un estadounidense, que se ha observado en otros campos de obras benéficas. La diversión se ha convertido en una característica tan establecida de la vida mexicana que fácilmente se podría llenar un volumen con incidentes peculiares relacionados con ella. Realmente no puede decirse que está de moda, aunque tan en boga. La mejor gente va, tanto como podría haber hecho aquí a la antigua "Black Crook," bajo protesta, sintiendo que es algo más bien para avergonzarse —excepto— cuando viene Mazzantini, ¡el gran Mazzantini! y, a continuación todos van en masa. Los boletos entonces se venden tan caros como diez dólares, contra un dólar y un dólar y medio en tiempos normales. Mazzantini es la Patti Brignoli del arte, la mascota de los dos hemisferios. Viene España, —deteniéndose en Cuba en el camino una vez— o tal vez dos veces por año, para una breve temporada. Es un hombre apuesto, oscuro, sin barba al —modo general de los toreros y de cuerpo ligero y esbelto. Él tiene una fina manera sutil de sonreír, con los ojos medio cerrados, una sonrisa que de alguna manera sugiere el agudo filo de su espada. Edgar