jugo proporciona en cantidades extraordinarias la bebida denominada pulque — el vino del país. De esta, además, se hace paja, combustible, soga, papel, e incluso material para prendas de vestir.
Nuestros pasajeros de tercera clase celebraron su Sábado de Gloria con gran espíritu, gritando y disparando pistolas y cohetones desde las ventanas del vagón. Grupos de mulas, con sus cargas, cualquier que estas fueran, bellamente adornados, mostraban que estaba siendo observado igualmente en el país. Es un día dedicado por costumbre a particular humillación de Judas, que es tratado como una especie de Guy Fawkes y su efigie deshonrada. Vendedores desfilan las calles con imágenes grotescas de él, y los niños a estas alturas estiman su fortuna por el número de Judas que poseen, al igual que en la temporada de Todos los Santos son pasteles, pan de jengibre y viandas aún más sustanciales, hechas en forma de calaveras, huesos en cruz y ataúdes.
En Apizaco, en el cruce de una carretera ramal a Puebla, nos encontramos con una excursión feliz, decorada con rosetones y serpentinas. Tenía dos grandes Judas, rellenos con pólvora, uno en la locomotora, el otro en un coche de equipaje. El primero fue explotado, como una especie de halago para nosotros por medio de intercambio de ceremonias con nuestro propio tren, en medio de un alboroto hilarante.
Habíamos entrado en la tierra de la mesa central de México. Largas lineas, punteadas, de maíz y maguey se extendían en las distantes colinas volcánicas. Unos campesinos vestidos en algodón blanco araban con arados de madera, al estilo de los antiguos egipcios. En las estaciones escuadrones de la policía rural montada, en uniformes de gamuza de cuero y cinturones carmesí, que les dan un cierto parecido a tropas de Cromwell, saludaron al tren.