como todo suyo y obtuvo de esta manera tal consideración en los ojos —como una persona excepcionalmente rica en el mundo— que ella aconsejó a su hija "establecerse" con él, y todo felizmente se logró antes de que fuera descubierto el engaño.
En otra ocasión —si en este mismo cortejo o no las crónicas no dicen— Pat Murray eliminó a sus rivales, que visitaban a una atractiva damisela en las noches muy conocida, enjabonando el palo que servía de acceso a su cabaña del otro lado de un pequeño arroyo. Habiéndolo así arreglado, se sentó tranquilamente disfrutando la sucesión social y escuchando con oído apreciativo la caída de víctimas sucesivas al deslizarse al agua.
Se cuentan historias de bandidos españoles y tesoro de metales preciosos en las montañas y de la salvaje administración de justicia en los primeros tiempos, cuando los delincuentes eran ocasionalmente primero ejecutados y condenados después.