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SAN FRANCISCO.

humo hacía los atardeceres espeluznantes y ominosos, y por la noche la montaña ardiente, reflejada en la bahía, era un terrible Vesubio o Hecla.


II.

Uno apenas se supone de "viajar" todavía en América como en Europa. Hacemos nuestros viajes aquí por objetos definidos, principalmente negocios. Sin duda, si pudiéramos traemos al mismo estado de ánimo receptivo, la misma disposición a ser divertido por probabilidades y extremos de experiencia, una buena parte del mismo tipo de placer podría conseguirse como allá. San Francisco parece menos permitir un poco de exactamente los mismos detalles que reciben la atención de placer en el extranjero.

Los pescadores italianos comen macarrones y beben vino rojo y esperan las mareas, en las inmediaciones de las calles Front y Broadway. La colonia italiana, por lo demás, es bastante numerosa. La parte que queda en la costa está compuesta principalmente de tenderos, carniceros y restauranteros.

Camaroneros chinos se encuentran en la ensenada en Potrero, detrás de los grandes edificios nuevos de fabricación de dicho barrio y también en la punta de San Bruno, doce millas abajo en la bahía. Sus barcos y juncos no son a gran escala, pero muestran las peculiaridades habituales de su arquitectura náutica.

La colonia francesa es también numerosa, y el lenguaje oído continuamente en la calle. Tomando ventaja de la variedad y excelencia de suministros en los mercados, restaurantes franceses ofrecen viandas —incluyendo una media botella de vino del país— extraordinariamente barata. Un considerable contingente mexicano y español también se mezcla con los italianos, junto a las calles Dupont superior, Vallejo y Verde. Tiendas con nombres como