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ANTIGUO MÉXICO Y SUS PROVINCIAS PERDIDAS.

del territorio," el punto final del continente más reciente. Es un excelente lugar en que se siente loquees recostarse sobre el calentador marrón en un punto encima del Golden Gate, aunque es un lugar crudo y con vientos en que pasar mucho tiempo o mirar abajo desde la carretera parapetada o la plaza de la casa del acantilado.

Aquí prácticamente nada interviene entre tu y Japón, excepto hacemos mención del grupo de rocas Seal, donde los rezongones leones marinos se resbalan y rugen, allá en el oleaje.

"¡Ah! Cuando un hombre ha viajado”, dice Thoreau, "cuando le ha robado su misterio al horizonte de los campos nativos, ha empañado el azul de las distantes montañas con sus pies, puede empezar a pensar en otro mundo. "

Muy bien. Tal vez no puede hacer ningún daño a un hombre pensar en otro mundo de vez en cuando, si no a un pretexto, en otro. En la noche el Golden Gate es el camino a la puesta del sol. El orbe de día se acomoda en el mar al final del estrecho reluciente, precisamente en ese Oriente donde siempre imaginamos levantarnos en la mañana. El gran círculo está por fin completo; y, como los extremos de todo, incluso de amor y odio, se dicen que son idénticos, el Oriente antiguo, quieto se ha convertido en el límite del oeste nuevo, impetuoso.

"¿Que puede hacer un mundo?" preguntarás, "¿cuando ya no tenga un Occidente? ¿Cómo continuará sin esa región abierta vaga en sus fronteras, siempre la válvula de seguridad y salida para la población excedente y espíritus incómodos?"

"¿Pero cuando la carrera haya llegado a esta orilla más lejana, se detendrá aquí? ¿O posiblemente comenzará alrededor del mundo de nuevo? ¿Continuará sin embargo muchas veces más, siempre empezando con la más alta perfección aun alcanzada, gente más débil muriendo para hacer espacio, hasta que se convierta en su marcha en un ejército deslumbrante de luz?