Blas. Mi esbozo de estas campanas, hecho en una hoja de mi libro en primera instancia, llegó a tener una importancia mucho más allá de sus propios méritos. Tengo la satisfacción de saber que resultó para ser la fuente de nada menos que la última inspiración de Longfellow. El gran y buen poeta murió el 24 de marzo de 1882. En su portafolios se encontró su último trabajo, "Las campanas de San Blas," fechado el 15 de marzo, que después apareció en el Atlantic Monthly. Su libro memorándum contenía una referencia, como sugerencia para un poema, al número y la página de Revista Harper del mismo mes, en que publicó el esbozo.
En Mazatlán nos encontramos en un bullicioso puerto y una pequeña ciudad bien y magníficamente construida, con mejoras y tiendas de un mejor tipo, que otros países fuera de México podrían estar satisfechos. Parece sorprendente, hasta que comprendemos el fuertemente atrasado país al que pertenece, ¿cómo puede justificarse una ciudad de apenas catorce mil personas en mantener tan elaborado contenido de mercancías?
Finalmente navegamos a través del Golfo de California y por la costa de la península que parece uno de los puntos más distantes del planeta. Los días son calmos y azules; los audaces contornos de las costas ofrecen novedad constante. Se pasa una línea arbitraria: hemos perdido a México, pero ganamos California la más rica y maravillosa de sus provincias.
Es notable ahora recordar que, tras la ascensión del emperador Iturbide, México se jactó de ser, con la excepción de Rusia y China, el Imperio más extenso del mundo.