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ANTIGUO MÉXICO Y SUS PROVINCIAS PERDIDAS.


un trabajo exquisito. El Santo, en un rico manto rojo, por una mesa de oración árida, ambos en el mismo color, recibiendo de los Ángeles la parafernalia de un obispo. El manto del ángel más cercano está en rojo obscuro, y tonos rojos cálidos, relevados por blancos fríos, se repiten a lo largo. Hay un grupo de seis cabezas de ángel en una elipse, y en el aire, una Virgen, con el grupo de ángeles aleteando por tomar el lugar de las nubes en el paisaje. Loa cabezas menores, pintadas principalmente en el mismo modelo, están llenas de dulzura e inteligencia.

Arteaga tiene un Santo Tomás noble; José Juárez, una pintoresca pareja de niño mártires, los santos Justo y Pastor, caminando despacio de la mano como un par de niños burgomaestres (las escenas de su martirio que se muestran en el fondo), mientras ángeles llueven como rosas rosadas y nomeolvides, cuidadosamente pintadas. Un Baltazar Echave más joven y Juan y Nicolás Rodriguez, tienen casi igual fuerza.

Un segundo período comienza con Ibarra y Cabrera —éste último mucho mejor— al final del mismo siglo. Son sin la misma distinción. Sus figuras tienen un aire burgués. Buscan ser pictóricos en lugar de decorativos. Las prendas de color rojo y azul crudas que conocemos monótonamente en arte religioso vienen con ellos; y los ropajes, en suaves, grandes pliegues, aparentemente hacen sus cabezas.

La Galería extranjera ostenta muchas obras excelentes de la escuela de Murillo y un original de Murillo, Ribera, Carreño, Leonardo da Vinci, Teniers el viejo e Ingres, con también probablemente Vandycks y Rembrandts.

También se ha formado una colección con obras de mérito, contribuidas a las regulares exhibiciones bienales, y compradas por la Academia para ilustrar arte moderno mexicano.