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ANTIGUO MÉXICO Y SUS PROVINCIAS PERDIDAS.
IV.

Aunque mucho más aún puede ser propuesto, hay ciertamente algunas razones para la autocomplacencia en el país, incluso desde el punto de vista estadounidense. Se encuentra que la educación se provee de una manera que despierta admiración y sorpresa. Las escuelas primarias son menos cuidadas, pero los alumnos que pasan a través por ellas con una disposición a ir más lejos tienen una serie de ventajas disponibles para ellos en la capital superior a cualquier cosa de una especie similar en los Estados Unidos. El Gobierno mantiene escuelas nacionales respectivamente de ingeniería, derecho, medicina, agricultura, artes mecánicas y oficios (para ambos sexos), un Conservatorio de música, una Academia de Bellas Artes y una biblioteca, provisto de un edificio que Nueva York bien podría envidiar. Mantiene un museo, instituciones para ciegos, sordos y mudos y demente, huérfanos, jóvenes delincuentes y una larga lista además de las habituales caridades de comunidades iluminadas. Las escuelas son gratuitas y sin precio para todos, y hay incluso fondos para ofrecer comida, alojamiento y dinero de bolsillo para estudiantes de lejos, que son seleccionados en determinadas condiciones fáciles.

Los estudiantes de agricultura pasan algunos meses del año en las haciendas para observar climas y cultivos diferentes. Los egresados de la escuela de Artes y Medidas salen al mundo dispuestos a hacer su vida como carpinteros, albañiles, fotógrafos, electro-galvanizadores y en otros numerosos oficios. Antes de dar una opinión sobre la civilización mexicana se debe mirar el alojamiento y uniformes limpios de los alumnos del Instituto de ciegos; el noble edificio erigido en el siglo pasado por la escuela de minas; los hermosos pasillos limpios, amplios,