Fanubourg St. Germain. A veces ellos son estigmatizados como "Mochos", literalmente hipócritas. Son ricos, pasan mucho tiempo en el extranjero, protestan contra el secuestro de los bienes de la Iglesia y exhiben un horror refinado por el vandalismo de estos últimos tiempos.
"El Gobierno," te dicen, "está en manos del populacho, la chusma; la gente honrada, sociedad respetable, nada tiene que ver con ello."
En una novela que tengo por un escritor mexicano, Cuellar, Secretario de la legación en Washington, la escena es colocada en esta facción o camarilla. "Chona", o Encarnación, la heroína o protagonista femenina, "había sido educada desde la infancia más para aborrecer que para admirar. Las conversaciones en la familia continuamente trataron de la antipatía absoluta que inspiraban los hombres y las cosas de México".
"Tuvieron visitantes notables de la Iglesia y de ricos que aún conservan los pergaminos de sus ancestros. Si hacen cualquier nuevo conocido era algún español recién llegado a relaciones con ellos a través de los negocios de sus fincas".
Los hombres de moda en la historia han sido educados en París y se había convertido en un elegante displicente allá también. En contraste con estos se muestra un Sánchez, un tipo vulgar, agresivo, salido de la profundidad por las revoluciones. Tiene la “habilidad de cotorrear ", lo que ha utilizado para hacerse una figura política; se enriqueció con el despojo de la Iglesia y aseguró un buen lugar en el Gobierno. Él más que sugerir, sin embargo, cuando se encontró que finalmente perdió todo, que está dispuesto a derrocar a "Don Benito" —está ahora bajo el régimen del Presidente Juárez cuando sucede la escena— o en cualquier otra convulsión que puede prometer volver a recomponer su fortuna.