Quizás se piensa que los trabajos de mejoramiento deban efectuarse íntegramente de afuera, el mexicano mismo permanece pasivos y permite que todo se haga para él. Esta visión es apoyada por la medida que el negocio del país ya está en manos de extranjeros. Los banqueros y los fabricantes son ingleses. Los alemanes controlan mercancías y "bienes de lujo." Franceses e italianos tienen hoteles y restaurantes; los españoles los pequeños comestibles y tiendas de empeño y comercian los productos del país. Estos últimos tienen una reputación de estilo algo judío del ahorro. Son emprendedores como administradores de haciendas y a menudo se casan con las hijas de los propietarios y poseen ellos mismos por cuenta propia las propiedades a que fueron enviados a servir como agentes. Ya sea debido a esa rivalidad o no, es de señalar que en México hay pocos judíos. Finalmente, los norteamericanos construyen los ferrocarriles.
El mexicano es un comerciante minorista, un empleado, o, si es rico, toma sus ingresos de haciendas, las que en muchos casos nunca ve, y es donde hace su dinero. Estos son a gran escala. La parte principal de la tierra se compone de grandes haciendas, en donde los campesinos viven casi como sirvientes. Haciendas pequeñas apenas se conocen. Por su fina hacienda en el estado de