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EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODOS

La educación es, al mismo tiempo, un medio y un fin. Un medio para incrementar nuestras capacidades y un fin para permitirnos ser más libres y realizarnos en plenitud. Ella es el principal instrumento de desarrollo personal, de creación e igualación de oportunidades, de movilidad social y de progreso nacional. En consecuencia, Chile solo será una verdadera sociedad de oportunidades cuando todos nuestros niños y jóvenes, y muy especialmente los más vulnerables y de clase media, tengan acceso a una educación de calidad.

Hoy les quiero hablar directamente a los padres y madres. En esta sociedad del conocimiento y la información, una buena educación abre un mundo de oportunidades y su ausencia puede dar lugar a una vida de frustraciones. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos: que sean más felices y lleguen más lejos.

El Gobierno de Chile está profundamente comprometido con una reforma educacional que garantice a todos nuestros niños y jóvenes acceso a una educación de calidad. Con crear un sistema más justo y eficaz de becas y créditos, que no discrimine a ningún estudiante por falta de recursos. Y con respetar y proteger la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos y de los ciudadanos para emprender y aportar en el mundo de la educación. Necesitamos tanto del esfuerzo público como privado, y la sociedad civil debe cumplir un rol central. Por eso creemos y defendemos el concepto de sociedad docente, y no solo de estado docente.

Estamos impulsando una amplia y profunda reforma educacional en todos sus niveles. Hoy invertimos uno de cada cinco pesos del gasto público, equivalentes a US$ 12 mil MM en la educación de nuestros niños y jóvenes, el doble que hace seis años atrás. Hace tres semanas presentamos una reforma tributaria, que demanda un esfuerzo adicional a las empresas y sectores más favorecidos, para financiar en forma responsable y sostenible la reforma educacional.

Estos recursos nos están permitiendo aumentar significativamente las subvenciones educacionales y becas para estudiantes, y las remuneraciones de nuestros profesores. Adicionalmente, creamos la Beca Vocación del Profesor, para que miles de jóvenes talentosos, con puntajes sobre 600 puntos en la PSU, estudien Pedagogía en forma gratuita, con el compromiso que cuando egresen eduquen a nuestros niños y jóvenes en las escuelas municipales o subvencionadas.

Pero no basta solo con más recursos. Se requiere también mejor gestión. Por eso promulgamos la Ley de Calidad y Equidad de la Educación, para potenciar y flexibilizar el estatuto docente, fortalecer el liderazgo de los directores y premiar a tantos buenos profesores que se esfuerzan por educar con calidad a nuestros hijos. Hemos creado 60 liceos de excelencia, que permiten a miles de jóvenes de esfuerzo y talento, en todas las capitales regionales de Chile, y en comunas vulnerables y de clase media, como Alto Hospicio, Puente Alto, Renca, Cerro Navia, Conchalí, Quilicura, San Bernardo, Lota, Coronel, Lebu, Purén, Angol, Loncoche, Ancud y muchas más, acceder a una educación de excelencia como la que imparten el Instituto Nacional o el Liceo Carmela Carvajal en Santiago.

Este gran esfuerzo, que no es solo de este Gobierno, sino también de los que lo antecedieron, ya comienza a dar sus primeros frutos. En efecto, luego de décadas de estancamiento, las pruebas Simce de los últimos dos años muestran que, tanto la calidad como la equidad de la educación, y especialmente la de los estudiantes más vulnerables y de clase media, han comenzado, por fin, a mejorar significativamente.

Sin duda esta es una gran noticia para nuestros estudiantes, sus familias, los profesores, el Gobierno y la sociedad entera. Pero aún estamos lejos de alcanzar nuestras metas. Mientras subsista un solo niño sin educación de calidad, el es nuestro niño y su carencia es nuestra obligación. Y si jóvenes