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Colombia, Ecuador y Venezuela. Y también con los Presidentes de España, Francia, Alemania, Estados Unidos y otros más.

También he representado a Chile en la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, la reunión de UNASUR en Buenos Aires y la Cumbre de América Latina y Europa, celebrada esta semana en Madrid. En todos estos encuentros de trabajo hemos tenido importantes avances en materia de inserción y comercio internacional de Chile y la obtención de una valiosa cooperación internacional para la reconstrucción de nuestro país.

Compatriotas, es precisamente en los momentos de adversidad cuando se pone a prueba el temple y carácter de una Nación y su pueblo. Éste y los próximos no serán años fáciles. Todavía nos queda un largo trecho por recorrer en la ardua pero hermosa tarea de aliviar las consecuencias físicas y emocionales y reconstruir lo que el terremoto y maremoto destruyeron.

Nadie puede prever si esta tragedia volverá a repetirse. Pero sí podemos asegurar que los chilenos sabremos levantarnos y salir adelante cada vez que la adversidad golpee nuestras puertas. Y también que ella no nos apartará de cumplir con los compromisos de nuestro programa de gobierno.

Porque si queremos llevar a Chile al desarrollo y construir el país de las oportunidades, seguridades y valores, esos compromisos y metas adquieren más vigencia y urgencia que nunca. Hoy debemos aprovechar el terremoto como una oportunidad. Una oportunidad para construir el Chile del futuro; el Chile de las oportunidades. Si antes del terremoto y maremoto dijimos que íbamos a hacer las cosas bien, hoy tendremos que hacerlas aún mejor. Si antes dijimos que trabajaríamos con sentido de urgencia, hoy lo haremos con apremio. Si antes dijimos que estaríamos cerca de la gente, hoy asumiremos como propios sus sufrimientos y angustias. Porque en eso consiste la nueva forma de gobernar. Nuestro gobierno se ha impuesto 7 grandes desafíos, con metas y plazos concretos. Y esperamos que los chilenos nos juzgarán por los resultados y no sólo por las intenciones. El crecimiento económico no sólo es el principal motor para crear empleos. Es también el mejor instrumento para financiar los programas sociales, alcanzar el desarrollo, derrotar la pobreza y multiplicar las oportunidades.

Por eso Chile necesita, y con urgencia, volver a crecer.