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territorial lo que llevó afirmar con tanta fuerza la defensa de nuestro territorio aquí y al otro lado de Los Andes.

Nuestras Fuerzas Armadas se prepararon para la hipótesis de conflicto, nuestras Fuerzas Armadas velaron por la defensa de nuestro territorio. Este Parlamento, el otro Parlamento más allá de Los Andes resolvieron las veinticuatro cuestiones pendientes de límites, a partir del Tratado de Paz y Amistad de 1984.

Hoy entonces, nuestras Fuerzas Armadas más que operar con la hipótesis de conflicto, operan a partir de un país que quiere adentrarse en un mundo que se hace complejo y difícil para nosotros. Como dijo uno de los señores comandantes en jefe, en una clase magistral los días pasados, si el Canal de Panamá por algún conflicto bélico se cerrara, el 40% las exportaciones de Chile no tendrían como llegar a destino.

Cómo preservamos en ese nivel, cómo actuamos en ese nivel. Aquí hay un desafío muy grande que tenemos que abordar desde el punto de vista de la política exterior y de nuestra política de defensa en función del interés superior del país, a través de sus empresarios, de sus trabajadores para ser capaces de competir en este mundo global.

Ese es el desafío principal que nos obliga a plantear una política de defensa y de relaciones exteriores diferente a la tuvimos en el siglo XX. Cuando hablo de una política en estas áreas para el siglo XXI, tiene que ver con el cambio fundamental que ha tenido la economía y la inserción de Chile en el mundo.

ESE ES EL DESAFÍO Y A ESO LOS QUIERO INVITAR.

Conciudadanos del Senado y la Cámara de Diputados. Chilenos y chilenas.

En el pasado hemos sufrido inmensos dolores como Nación, que comienzan a superarse lentamente. Secamos nuestras lágrimas, restañamos nuestras heridas, tratamos de enfrentarnos con la verdad aunque por momentos el sufrimiento fue muy fuerte.
Hemos aprendido a respetarnos. Y hemos tenido la sabiduría —y en muchos casos el coraje— para obtener del dolor un propósito común de paz social, progreso económico y estabilidad política.