Página:Mensaje Presidencial del 21 de Mayo de 2000.PDF/26

Esta página ha sido corregida

Si queremos equiparar nuestro desarrollo económico con nuestro desarrollo humano, debemos enfrentar con madurez las reformas a la Constitución. A comienzos del tercer milenio, ya no se trata de una cuestión de poder, sino de sentido común y modernidad. Necesitamos un orden constitucional que nos interprete plenamente a todos.

La Constitución actual tiene 20 años. En este lapso ya ha sido modificada. Ha llegado la hora de someterla a una evaluación global para adecuarla a los tiempos de hoy y darle toda la legitimidad que requiere como norma jurídica superior del Estado.

Los chilenos saben que mi gobierno quiere avanzar en la supresión de los senadores designados y vitalicios y corregir el sistema binominal actual. También quiere perfeccionar el mecanismo de designación del Tribunal Constitucional, y transformar el Consejo de Seguridad Nacional en un órgano asesor del Presidente de la República en el ámbito de sus competencias.

Asimismo, queremos restituir las facultades presidenciales de nombramiento y remoción de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y precisar el rol de garantes de ellas., en tanto todos los órganos públicos deben ser garantes de la institucionalidad en sus respectivos papeles.

Es urgente hacer más transparente y equitativo el sistema de financiamiento de las campañas electorales, para lo cual ya hemos enviado un proyecto de ley. Pronto tomaremos la iniciativa para tener una inscripción electoral automática y un voto voluntario. Es necesario también mejorar las facultades fiscalizadoras de la Cámara de Diputados.

Quiero dejar claro un punto que me parece central: considero estas reformas apenas como un paso para ponernos al día. Estas reformas son más bien las que hemos planteado a partir de la Carta actual, pero creo que pronto será necesario una reforma mucho más profunda, mucho más sustantiva para ver cómo tenemos una Carta para el Chile del siglo XXI.

Quisiera invitarlos a reflexionar sobre este tema e incorporar estas nuevas dimensiones a nuestro orden constitucional, cuando entramos a la sociedad del conocimiento que pone a nuestra disposición una tecnología que permite formas inéditas de participación ciudadana y una interacción más directa entre representantes