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escogida, porque las escrituras todos las leen, mas las costumbres ninguno las muda. Sea, pues, la conclusión de todo nuestro intento que las cortes de los príncipes solamente son para dos géneros de gente, es a saber: para privados que las desfrutan o para los moços que no las sienten. Los que son privados y tienen mano en los negocios, con verse tan ricos, tan acompañados, tan temidos y servidos, no es mucho que no sientan los trabajos cortesanos, pues apenas se acuerdan de quiénes son ellos mismos. El mucho tener, el mucho valer y el mucho poder hace a los hombres no se conoscer.

Los que tienen mucho y pueden mucho no es de maravillar que presuman mucho; mas, jay dolor!, que ay algunos oficiales en las cortes de los príncipes que tienen un girón de privança y por otra parte les arrastra por el suelo la locura.

A la hora que uno entra en casa del privado, habla al privado y tiene mano con el privado, a la hora se sueñe él ser privado y aun se entona como privado. Gran bien hacen los príncipes en no revelar sus secretos sino a pocos y no se mostrar familiares sino a pocos; porque de otra manera avría muchos que mandassen y muy muchos que se que xassen. Para mí por creído tengo que los familiares y muy allegados de los reyes ni sienten los trabajos ni aun gozan de la privança; porque están sus casas tan llenas de negociantes, sus orejas tan llenas de mentiras, sus lenguas tan ocupadas en respuestas y sus coraçones tan cargados de cuidados, que a la hora que son privados los vemos