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palacio prometen para no dar, sirven a no pagar, convidan para engañar, trabajan para no descansar, halagan para matar, subliman para abatir, ríen para morder, ayudan para derrocar, toman para no dar, prestan a luego tornar y aun honran para infamar y castigan sin perdonar. ¡Quédate adiós, mundol, pues en tu casa abaten a los privados y subliman a los abatidos, pagan a los traidores y arrinconan a los leales, honran a los infames e infaman a los famosos, alborotan a los pacíficos y dan rienda a los bulliciosos, saquean a los que no tienen y dan más a los que tienen, libran al malicioso y condenan al inocente, despiden al más sabio y dan salario al que es más nescio, confíanse de los simples y recátanse de los avisados; finalmente, allí hazen todos todo lo que quieren y muy pocos lo que deven. ¡Quédate adiós, mundo!, pues en tu palacio a nadie llaman por su nombre propio: porque al temerario llaman esforçado; al cobarde, recogido; al importuno, diligente; al desouydado, pacífico; al pródigo, magnánimo; al egcaso, modesto; al hablador, eloqüente; al nescio, callado; al dissoluto, enamorado; al honesto, frío; al entremetido, cortesano; al vindicativo, honroso; al apocado, suffrido, y al malicioso, simple, y al simple, nescio; por manera que nos vendes, jo mundo!, el envés por revés y el revés por envés. ¡Quédate adiós, mundo!, pues traes a todo el mundo engañado, es a saber: que a los ambiciosos prometes honras; a los inquietos, mudanças; a los malignos, privanças; a los floxos, officios; a los codicioMANOSPRECIO DE CORTE, 11 01011818