Página:Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1922).pdf/162

Esta página no ha sido corregida

CAPITULO XX

JE CÓMO EL AUCTOR SE DESPIDE DEL MUNDO CON MUY DELICADAS PALABRAS.

ES CAPÍTULO MUY NOTABLE.

¡Quédate adiós, mundo!, pues no hay que fiar de ti ni tiempo para gozar de ti; porque en tu casa, jo mundol, lo passado ya passó, lo presente entre las manos se passa, lo por venir aun no comiença, lo más firme ello se cae, lo más recio muy presto quiebra y aun lo más perpetuo luego fenesce; por manera que eres más defuncto que un defuncto y que en cien años de vida no nos dexas bivir una hora. ¡Quédate adiós, mundo!, pues prendes y no sueltas, atas y no afloxas, lastimas y no consuelas, robas y no restituyes, alteras y no pacificas, deshonras y no halagas, acussas sin que ayas que xes y sentencias sin oyr partes; por manera que en tu casa, ¡o mundo!, nos matas sin sentenciar y nos entierran sin nos morir. ¡Quédate adiós, mundo!, pues en ti ni cabe ti no ay gozo sin sobresalto, no ay paz sin discordia, no ay amor sin sospecha, no ay reposo sin miedo, no ay abundancia sin falta, no ay honra sin mácula, no ay hazienda ain consciencia, ni aun ay estado sin quexa ni amistad sin malicia. ¡Quédate adiós, mundo!, pues en tu