CAPITULO XVIII
Mi vida no ha sido vida, sino una muerte prolixa; mi bivir no ha sido bivir, sino un largo morir; mis días no han sido días, sino unas sombras muy pesadas; mis años no han sido años, sino unos sueños enojosos; mis plazeres no fueron plazeres, sino unos alegrones que me amargaron y no me tocaron; mi juventud no fué juventud, sino un sueño que soñé y un no sé qué que me vi; finalmente, digo que mi prosperidad no fué prosperidad, sino un señuelo (1) de pluma y un tesoro de alquimia. Affrenta he de lo dezir, mas no lo dexaré de dezir, y es que desde niño muy niño la corte conoscí, a muchos príncipes en ella alcancé, varias fortunas en sus casas vi, de varios (1) Señuelo; un cojinillo de cuero con dos alas a los lados, que Imita la forma de algún ave; metafóricamente, atractivo engañoso.