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perador Diocleciano, después que uvo governado el imperio diez y ocho años, renunció totalmente el imperio y se salió de la corte romana con intención de retraerse a su casa y acabar allí en paz y reposo la vida; porque según él dezía muchas vezes, a sólo el emperador han de tener mancilla ya sólo el labrador embidia. Dos años después que renunció el imperio Diocleciano le embiaron los romanos una muy solemne embaxada, por la qual le rogavan mucho uviesse piedad de la república romana y fuesse servido de tornarse a Roma, porque en quanto (1) él fuesse bivo de ninguno otro fiarían la silla del imperio. Fué, pues, el caso que quando los embaxadores llegaron a su pobre casa estava en essa hora Diocleciano en una hortezuela pequeña que tenía escardando unas lechugas. y podando unas parras; y como lo diessen la embaxada que traían, respondióles él: «¿Parésceos, amigos, que quien tales lechugas como éstas ha plantado y escardado y regado que no será mejor comerlas con reposo en su casa que no tornar a los bullicios de Roma?» Y díxoles más: Ya he probado a qué sabe el mandar, y también he probado a qué sabe el arar y cavar; dexadme, yo os ruego, en mi casa, que más quiero ganar de comer con mis manos en esta aldea que no traer a cuestas el imperio de Roma. Deste imperial exemplo se puede coligir quánta mejor vida tiene en su casa el rústico desmelenado, que no tiene en la (1) En quanto: mientras.