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que duerme, pues no comen ya los hombres hasta hartar, sino hasta revesear (1) y regoldar? ¿Cómo loaremos a nuestro siglo de tener mugeres que guarden castidad y tengan lealtad, pues no ay vicio en el mundo que se venda más barato que es el adulterio? ¿Cómo loaremos a nuestro siglo de no ser codicióso ni avaro, pues el oro y la plata, no sólo no lo echan en las aguas, mas aun van por ello a las Indias? De viña tan helada, de árbol tan seco, de fruta tan gusanienta, de agua tan turbia, de pan tan mohoso, de oro tan falso y de siglo tan sospechoso no hemos de esperar sino desesperar.

Véanse las cortes de los príncipes asirios, persas, medos, macedonios, griegos y romanos, y hallarse ha por verdad que en nuestras repúblicas y cortes se cometen tales y tantos vicios, que en aquellos antiguos reinos ni los supieron ordenar ni los Ossaran cometer. En aquellos tiempos passados y en aquellos siglos dorados, en caso de ser uno malo, ni lo ossava ser, ni mucho menos parescer; mas, ¡ay dolor!, que es venido ya el mundo a tanta disolución y corrupción, que les perdonaríamos el ser malos si no fuessen desvergonçados. No me negarán los cortesanos que a la mañana, quando van a palacio, en el espacio que ay del rey se vestir hasta oyr missa, no se pongan a contar unos a otros lo que aquella noche han jugado, lo que han murmurado, las compañías que han tenido, las hermosas que han visto y aun las cortesanas que (1) Revessar: vomitar,