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de nuestros tiempos, pues cada día vemos y cada día oymos tantas y tan grandes cosas acontescer, que ni los curiosos escritores las escrivieron ni en los siglos passados se padescieron. Quánta diferencia ay de los siglos passados a los tiempos presentes puédese claramente conoscer en lo que sus cronistas se pusieron a escrevir y en lo que nosotros de nosotros mismos podemos contar. El filósofo Arimino escrivió de la abundancia de Egypto; el filósofo Demofón escrivió de la fertilidad de Arabia; el filósofo Tucides (1) escrivió de las riquezas de Tiro; el filósofo Asclepio escrivió de las minas de Europa; el filósofo Dódrilo escrivió de las alabanças de Grecia; el filósofo Leonidas escrivió de los triunfos de Tebas; el filósofo Bórea escrivió la opulencia y sanidad de Escancia; el filósofo Euménides escrivió la buena governación de Atenas; el filósofo Tesiponto escrivió la orden que tenían en sus casas y cortes los antiquísimos reyes Siciomios; el filósofo Piteas escrivió lo mucho que aprendían y lo poco que habla van los discípulos de Sócrates; el filósofo Apolonio escrivió la abstinencia y continencia que se guardava en la academia del divino Platón; el filósofo Mirónides escrivió el poco ocio y mucho ejercicio que avía en casa del filósofo Iarcas; el filósofo Aulo Gelio escrivió de lo poco que comían y mucho menos que dormían en las escuelas de su maestro Suborino; el (1) Así las primeras ediciones; la de Madrid, 1873, pone ya Tucidides.