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dan los favores, los privados los officios, naturaleza la buena sangre, los padres el patrimonio, la honra el merescimiento y la fama la fortuna; mas el ser sabio, cuerdo, agudo y reposado son habilidades que no pueden los príncipes repartir, sino que sólo Dios las ha de dar. Si en mano del principe estuviesse el repartir las habilidades, como está el poder hazer otras mercedes, a buen seguro podemos jurar que tomasse para sí más seso, más cordura, más prudencia, más sciencia y aun más paciencia; porque los principes, si se pierden es por lo mucho que tienen y por lo poco que saben.

Mucho me cae a mí en gracia en que si uno ha estado en la corte y agora bive en la villa o en el aldea; llama a todos patacos, moñacos (1), toscos, groseros y mal criados, motejándolos de muy desaliñados en el vestir y de muy grosseros en el hablar.

Si por acaso miramos lo que él haze y la criança que de la corte trae, es acostarse a media noche, levantarse a las onze, vestirse muy despacio, calçarse muy justo, atacarse muy estirado, peynerse a menudo el cabello, traer de tema (2) la gorra, hablar de la amiga que en la corte tenía, asirse de la barba quando habla, contar mil mentiras de la guerra, pedir prestados dineros al cura, requebrarse con alguna casadilla y andarse con una varilla todo el día por el aldea. No pára aún en esto su locura y liviandad, sino que estando los (1) Patacos: patanes. Moñacos: muñecos desgarbados.

(2) Traer de tema: traer como por apuesta.