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de lo que se han de guardar y la experiencia de lo que han de hazer. Por sabio, agudo, experto, rico y privado que sea uno en la corte, tiene necessidad de padre que le aconseje, de hermano que le encamine, de adelid que le guíe, de amigo que le avise, de maestro que le enseñe y aun de preceptor que le castigue; porque son tantas las barbullas (1), tráfagos y mentiras de la corte que es imposible poderlas un hombre solo entender, quanto más resistir y remediar. En las cortes de los príncipes no ay camino más derecho para un hombre se perder que es por su solo parescer quererse governar; porque la corte es un sueño que echa modorra, es un piélago que no tiene suelo, es una som— bra que no tiene tomo (2), es una fantasma que está encantada y aun es un labirinto que no tiene salida, porque todos los que allí entran, o quedan allí perdidos o salen de allá assombrados. La cOE& más necessaria de que el cortesano tiene necessidad es tener en la corte un fiel y verdadero amigo, no para que le lisonjee, sino para que le reprenda, es a saber, si se recoge tarde, si va tarde a palacio, si anda limpio, si es bien criado, si es boquirroto (3), si es dissoluto, si es mentiroso, si es tahur, si es goloso o si es deshonesto enamorado; porque por cualquiera destos vicios anda en la corte, no sólo affrentado, mas aun infamado. ¡O quán contrario es lo que escrive mi pluma a lo que en la corte (1) Barbullas: confusiones.

(2) Tomo: cuerpo, bulto.

(3) Boguirrotá: charlatán, que se va de la lengua.