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trafagar y engañar a muchos bovos con dados falsos, con naypes señalados, con compañeros sospechosos y aun con partidos nescios; por manera que muchos pierden con ellos sus haziendas y ellos pierden sus ánimas con todos. Ay otro género de gente perdida en la corte, no de hombres, sino de mugeres, las quales como passó ya su agosto y vendimias y están ellas de muy añejas acedas, sírven de ser coberteras y capas de pecadores, es a saber, que engañan a las sobrinas, sobornan a las nueras, persuaden a las vezinas; importunan a las cuñadas, venden a las hijas, y si no, crían a su propósito algunas moçuelas; de lo qual suele resultar lo que no sin lágrimas osso dezir, y es que a las ve zes ay en sus casas más barato (1) de moças que en la plaza de lampreas. He aquí, pues, las compañías de la corte, he aquí los sanctuarios de la corte, he aquí las religiones de la corte, he aquí los confrades de la corte, y he aquí en quánta aventura y desventura bive el que bive en la corte; porque en realidad de verdad el triste del oortesano que no se da a negocios no puede allí medrar; y si se de a ellos no escapa de pecar; por manera que a costa del alma ha de mejorar su hazienda. Sea, pues, la conclusión que vaya quien quisiere a la corte, resida quien quisiere en la corte y triunfe quien quisiere de la corte, que yo para mí, acordándome que soy cristiano y que tengo de dar cuenta del tiempo perdido, más quiero fuera de la corte arar y salvar(1) Barato: mercado.