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pre les sobran; porque no ay día ni hora en esta mísera vida en la qual no haga alguna mudança fortuna. No desmaye ni se escandalize el cortesano que esto oyere o leyere, pues la fortuna sobre ninguno tiene señorío sino sobre el que ella toma (1) desouydado; porque muchas más son las cosas que nos espantan que no las que nos dañan. No deve el cortesano condescender a lo que la sensualidad le pide, sino a lo que la razón le persuade; porque la sensualidad quiere más de lo que alcançamos y la razón conténtase aún con menos de lo que tenemos. Como en las cortes de los príncipes ay tantas mesas a do comer, tantos tahures a do ju gar, tantos vagamundos con quien ruar, tantos malsines con quien murmurar, tantos perdidos con quien andar y aun tantas damas que requestar, son muy loados los recogidos y muy notados los dissolutos. No es otra cosa el bueno en la corte sino un núcleo entre la cáscara, una medula entre el hueso, una brasa so la ceniza, un razimo entre el orujo, una perla entre las conchas y una rosa entre las espinas.

Ni porque en la corte de los príncipes ay aparejo para todos los vicios no se sigue que han de ser alli todos viciosos, porque en la corte más que en otra parte es el virtuoso más estimado y el vicioso más pregonado. No se fíe ni se confíe el cortesano en pensar que puede mentir, pues otros mienten; puede trafagar (2), pues otros trafagan; puede jugar, (1) Tomar: coger, sorprender.

(2) Trafagar: revolver y trocar unas cosas por otras.