ANGÉLICA MENDOZA
—Mire, Encarnación. El mal no está en ellas mis- mas, no son prostitutas por elección libre, por gusto o placer. Son instrumentos de hechos sociales, a los que debemos destruir primero para que ellas no se produzcan más. ¡ Vaya, haga el esfuerzo con alguna, a ver si le responde y luego nos cuenta si cree que ha empezado verdaderamente la destrucción de la pros- titución !
La muchacha calla y el silencio es expresivo. La mi- ro y veo su juventud, su equilibrio físico y su fuerza espiritual. Solo 20 años, resuelto su problema sexual y con una hijita de 2 años. Es segura, consciente de sí misma, pura en la dedicación de la lucha, apasionada en la absoluta convicción de su verdad, fuerte en la apreciación del porvenir. Y es una obrera que cose chalecos, actúa en su sindicato y ha asimilado la ideo- ligía más estupenda por su eficacia histórica.
Y veo en ella el símbolo de la mujer de los nuevos tiempos, que trabaja, lucha, ama y crea con la visión del porvenir.
Adoración es el nombre de una cosa vieja. ajada y con un tic nervioso que le tuerce la boca. Adoración tiene 25 años que en ella son 50; respeta y ¿ma a su “marido” que hace años le pega rítmica y periódica- mente eficaces palizas que la entrenan para cl trabajo “amoroso” de la calle y de la plaza.
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