CÁRCEL DE MUJERES
—“¡Qué vá, mujer. Todo lo que robao me lo tengo comío y bien comío y chupao!”
Miro a la rubia que está frente mío y siento algo de tranquilidad. Esta mujer de labios prietos, melena ru- bia y caída a un costado no revela impudicia ni desca- ro. Me mira y yo descanso en su mirada.
Después de la cena me acerco y le pregunto donde puedo lavarme las manos.
Me conduce y pregunto:
—“¿Por qué está usted aquí?”
—“Por O. P.”
—“¿Es anarquista, comunista... ?” —“No. Estoy a causa de mi amigo, un médico de San Isidro”.
—“¿Usted conoció algunas compañeras comunistas detenidas aqui?”
—“No; pero ahora hay una compañera anarquista que se encarga del reparto de las bolsas de la comida. Se la voy a llamar.
Estoy sentada en el patio a la hora del recreo. Se acerca una mujer de marcha segura y ademán enér- gico.
—“¿Es usted la compañera Mendoza?”
-—“A sus órdenes, camarada”.
—“Soy Encarnación Represas, militante anarquista del grupo “I.a Antorcha”.
Nos hemos dado un apretón de manos. Luego habla- mos de la persecución, de la dictadura, de la reacción
militar y hemos sellado un seguro pacto de compañe- rismo.
= les